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Los no creyentes como yo estamos a vuestro lado, estupefactos ante las hordas musulmanas que cantan la muerte a naciones enteras de vivos. Pero también nos quedamos estupefactos ante vosotros, ante vuestra negación de la realidad tangible, ante el sufrimiento que creáis al servicio de vuestros mitos religiosos y ante vuestro apego a un Dios imaginario.