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La elección que tenemos ante nosotros es clara: Cristo o el caos, convicción o compromiso, disciplina o desintegración. Estoy bastante cansado de oír hablar de nuestros derechos y privilegios como estadounidenses. Ha llegado el momento -ahora- en que deberíamos oír hablar de los deberes y responsabilidades de nuestra ciudadanía. El futuro de Estados Unidos depende de que acepte y demuestre el gobierno de Dios.