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Vivimos en una época en la que tenemos unos resultados electorales ficticios que eligen a un presidente ficticio. Vivimos en una época en la que tenemos a un hombre que nos envía a la guerra por razones ficticias. Tanto si se trata de la ficción de la cinta adhesiva como de la ficción de las alertas naranjas, estamos en contra de esta guerra, señor Bush. Debería darle vergüenza. Sr. Bush, qué vergüenza. Y cada vez que tenga al Papa y a las Dixie Chicks en su contra, se le acabó el tiempo.