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El teatro exigía de sus miembros resistencia, buena digestión, capacidad de adaptación y un gran sentido del humor. No había incomodidad que un actor no aprendiera a soportar. Para sobrevivir, teníamos que ser caballos y lo éramos.
El teatro exigía de sus miembros resistencia, buena digestión, capacidad de adaptación y un gran sentido del humor. No había incomodidad que un actor no aprendiera a soportar. Para sobrevivir, teníamos que ser caballos y lo éramos.