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  • El valor de cualquier mercancía, por lo tanto, para la persona que la posee, y que no tiene la intención de usarla o consumirla ella misma, sino de intercambiarla por otras mercancías, es igual a la cantidad de trabajo que le permite comprar o comandar. El trabajo es, pues, la medida real del valor de cambio de todas las mercancías. El precio real de todo, lo que todo cuesta realmente al hombre que quiere adquirirlo, es el trabajo y la molestia de adquirirlo.

    Adam, Smith (2016). “The Wealth of Nations”, p.24, Aegitas