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Al leer la Historia de las Naciones, encontramos que, como los individuos, tienen sus caprichos y sus peculiaridades, sus temporadas de excitación y temeridad, cuando no les importa lo que hacen. Descubrimos que comunidades enteras fijan repentinamente sus mentes en un objeto y enloquecen en su persecución; que millones de personas se impresionan simultáneamente con un engaño, y corren tras él, hasta que su atención es captada por alguna nueva locura más cautivadora que la primera.