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  • Manifestar las bendiciones no es nada complicado ni difícil. Despeja lo que no te sirve o lo que ya no utilizas activamente. Da y comparte con alegría. Recibe amablemente. Haz enmiendas. Adórnate primero con belleza interior para que la belleza exterior pueda beneficiarse de tus mejores intenciones. Aporta más de lo que recibes. Haz que cada lugar en el que te encuentres sea mejor de lo que lo encontraste. Sé una fuente abundante de buenas noticias para y de Dios. En resumen, deja ir y deja a Dios.

    John Morton (2000). “The Blessings Already Are”, p.162, Mandeville Press