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  • He aquí la tragedia de la teología en su esencia destilada: El empleo del intelecto humano de alta potencia, del genio, de la deducción lógica profundamente rigurosa, sin estudiar nada. En la Edad Media, las grandes mentes capaces de transformar el mundo no estudiaron el mundo; y así, durante la mayor parte de un milenio, mientras los seres humanos gritaban de agonía -muriendo de hambre, devorados por la lepra y la peste, muriendo en masa a los veinte años-, los hombres de mente, que podrían haberles proporcionado la salvación terrenal, los abandonaron por fantasías de otro mundo.