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El verdadero amor nunca se desconcierta, nunca califica, nunca rechaza, nunca exige. Reabastece, por la gracia de restablecer la circulación ilimitada. Arde, porque conoce el verdadero sentido del sacrificio. Es la vida iluminada.
El verdadero amor nunca se desconcierta, nunca califica, nunca rechaza, nunca exige. Reabastece, por la gracia de restablecer la circulación ilimitada. Arde, porque conoce el verdadero sentido del sacrificio. Es la vida iluminada.