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Considera que todos estos tormentos del cuerpo y del alma son sin interrupción. Por extremo que sea su sufrimiento, por intenso que sea su dolor, no hay posibilidad de que se desmayen, no, ni por un momento... Son todo ojos, todo oídos, todo sentidos. En cada instante de su duración puede decirse de todo su cuerpo que están "Temblando vivos por todas partes, y agonizando y agonizando por cada poro". Y esta duración no tiene fin... Ni el dolor del cuerpo ni el del alma están más cerca de su fin que hace millones de años.