Mientras América ha sido la tierra de promisión para los europeos y sus descendientes, ha sido el valle de la muerte para millones de desdichados hijos de África... Mientras ofrecíamos votos en el santuario de la Libertad... mientras jurábamos hostilidad irreconciliable a sus enemigos... mientras implorábamos al Dios de los Ejércitos que fuera testigo de nuestra resolución de vivir libres o morir... estábamos imponiendo a nuestros semejantes, que difieren de nosotros en complexión, una esclavitud diez mil veces más cruel que el extremo de aquellos agravios y opresiones de los que nos quejábamos.