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Esta tarde, el comandante Greene entabló una conversación conmigo sobre la divinidad y la satisfacción de Jesucristo. Todo el argumento que presentó fue que "una mera criatura o ser finito no podría satisfacer a la justicia infinita por ningún crimen", y que "estas cosas son muy misteriosas". Así, el misterio se convierte en una conveniente tapadera del absurdo.