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Los matemáticos empiezan a considerar el orden y el caos como dos manifestaciones distintas de un determinismo subyacente. Y ninguno de los dos estados existe de forma aislada. El sistema típico puede existir en una variedad de estados, algunos ordenados y otros caóticos. En lugar de dos polaridades opuestas, existe un espectro continuo. Al igual que la armonía y la discordia se combinan en la belleza musical, el orden y el caos se combinan en la belleza matemática [y física].