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Abraham nos enseña la manera correcta de conversar con Dios : "Y Abraham se postró sobre su rostro, y Dios habló con él". Cuando le suplicamos, nuestro rostro debe estar en el polvo.
Abraham nos enseña la manera correcta de conversar con Dios : "Y Abraham se postró sobre su rostro, y Dios habló con él". Cuando le suplicamos, nuestro rostro debe estar en el polvo.