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  • Tengo tan arraigado el hábito en mi mente que nunca me llevo un vaso de agua a los labios sin pedir un momento la bendición de Dios. Nunca sello una carta sin poner una palabra de oración bajo el sello. Nunca saco una carta del correo sin enviar brevemente mis pensamientos al cielo. Nunca cambio de clase en la sala de sección sin pedir un minuto por los cadetes que salen y los que entran.

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