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En última instancia, creo que aprendí mucho de mi madre: la forma en que utilizaba la moda para sentirse mejor; era una herramienta que tenía y la utilizaba muy bien. Para ella, la moda no era una vía de escape, pero sí un momento en el que se sentaba sola y preparaba lo que quería ponerse al día siguiente; se convirtió en una especie de ritual.