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Al principio de mi carrera, un crítico me dijo que tenía que "explicar" la ironía de mi trabajo, sugiriendo que tenía que añadir texto junto a las imágenes para ayudar a la gente a entender lo que intentaba decir. Al principio me sentí consternada por no estar haciendo obras con un mensaje suficientemente claro. Fue entonces cuando me di cuenta de que eso era exactamente lo contrario de lo que yo quería hacer: que yo no era responsable de una mala interpretación de mi trabajo, que debía haber cierta ambigüedad en él. O lo entendían o no lo entendían.