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El país de los cañones no siempre inspira amor. A muchos les parece estéril, hostil, repelente: una tierra temible, casi siempre sin agua, de roca y calor, dunas de arena y arenas movedizas, cactus, matorrales espinosos, escorpiones, serpientes de cascabel y distancias agarafóbicas. A quienes ven nuestra tierra de esa manera, la mejor respuesta es: sí, tienes razón, es un lugar peligroso y terrible. Entrad por vuestra cuenta y riesgo. Lleven agua. Evite el sol del mediodía. Trate de ignorar a los buitres. Rece con frecuencia.