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Si trabajamos por el cambio social -y es bueno hacerlo-, hagámoslo siempre con un corazón despierto lo suficientemente grande para todos. No hay enemigo; sólo hay ignorancia. No hay nadie a quien odiar, sólo muchos a quienes amar.
Si trabajamos por el cambio social -y es bueno hacerlo-, hagámoslo siempre con un corazón despierto lo suficientemente grande para todos. No hay enemigo; sólo hay ignorancia. No hay nadie a quien odiar, sólo muchos a quienes amar.