Cuando era niño éramos pobres y teníamos que apañarnos con lo que teníamos. Así que mi abuela nos hacía retazos que utilizábamos como mantas. No podía permitirse ir a la tienda a comprar una manta, así que cogía retazos de tela y los cosía juntos. Había diferentes colores y diferentes dibujos y diferentes tipos de tela, pero todos juntos formaban esa gran colcha que nos abrigaba.