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Se ha dicho que el historiador es el vengador, y que interponiéndose como juez entre los partidos, las rivalidades y las causas de generaciones pasadas, puede levantar a los caídos y abatir a los orgullosos, y mediante sus denuncias y sus veredictos, su sátira y su indignación moral, puede castigar la injusticia, vengar a los agraviados o recompensar a los inocentes.