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Hagas lo que hagas o te abstengas de hacer, imponte la tarea de la felicidad; y de vez en cuando abandónate a la alegría de la risa. Y por mucho que condenes la maldad del mundo, recuerda que el mundo no es todo maldad; que en alguna parte los niños juegan, como tú mismo en los viejos tiempos; que las mujeres aún encuentran alegría en los robustos corazones de los hombres; Y que los hombres, hollando con pies inquietos sus muchos caminos, aún pueden encontrar refugio de las tormentas del mundo en la alegre casa del amor.