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Cuando vives en una cuenca hidrográfica, en una zona prístina, y podrías ver cómo todo este lugar se desmorona ante tus ojos, no vendes tu alma por un dólar.
Cuando vives en una cuenca hidrográfica, en una zona prístina, y podrías ver cómo todo este lugar se desmorona ante tus ojos, no vendes tu alma por un dólar.