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La política es un negocio muy caro. Lo pasé fatal intentando recaudar dinero como candidato. Tuve que hipotecar nuestra casa para poner en marcha la campaña y acabé gastando más de 300.000 dólares para ser elegido. Creo que la financiación pública de las campañas electorales federales es lo único que asegurará buenos candidatos y salvará el sistema bipartidista. Es lo más degradante del mundo salir con el sombrero en la mano a mendigar dinero, pero es lo que hay que hacer si no se tienen recursos propios.