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Sin los instrumentos y el conocimiento acumulado de las ciencias naturales... los humanos están atrapados en una prisión cognitiva. Son como peces inteligentes que nacen en un estanque poco profundo. Inquietos e inquietos, ansiosos por salir, piensan en el mundo exterior. Inventan especulaciones ingeniosas y mitos sobre el origen de las aguas confinadas, del sol, el cielo y las estrellas, y sobre el significado de su propia existencia. Pero se equivocan, siempre se equivocan porque el mundo está demasiado alejado de la experiencia ordinaria para ser meramente imaginado.