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Una fe auténtica -que nunca es cómoda ni completamente personal- siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar esta tierra de algún modo mejor de lo que la encontramos.
Una fe auténtica -que nunca es cómoda ni completamente personal- siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar esta tierra de algún modo mejor de lo que la encontramos.