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Un simple lector de la Biblia y oyente de sermones lleno del Espíritu Santo desarrollará un conocimiento mucho más profundo de su Dios y Salvador que un erudito que se contenta con ser teológicamente correcto.
Un simple lector de la Biblia y oyente de sermones lleno del Espíritu Santo desarrollará un conocimiento mucho más profundo de su Dios y Salvador que un erudito que se contenta con ser teológicamente correcto.