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Cuando los escritores se sienten acomplejados de sí mismos como escritores, a menudo mantienen una gran distancia con sus personajes, como si estuvieran escribiendo entradas de enciclopedia en lugar de historias. Sus dudas sobre la intimidad física y psicológica pueden ser un obstáculo para una ficción vital. Por el contrario, una narración que hace que los lectores oigan la respiración agitada de los personajes y huelan su angustia emocional disminuye la distancia. Los lectores se sienten tan cerca de los personajes que, en esos momentos mágicos, se convierten en ellos.