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Cuando hables del cielo, que tu rostro se ilumine; que esté irradiado por un resplandor celestial; que tus ojos brillen con gloria reflejada. Pero cuando hables del infierno, basta con tu expresión ordinaria.
Cuando hables del cielo, que tu rostro se ilumine; que esté irradiado por un resplandor celestial; que tus ojos brillen con gloria reflejada. Pero cuando hables del infierno, basta con tu expresión ordinaria.