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En todos los idiomas, la primera palabra después de "¡Mamá!" que todo niño aprende a decir es "¡Mío!". Un sistema que no permite la propiedad, que no te permite decir "¡Mío!" cuando creces, tiene -por decirlo suavemente- un defecto de diseño fatal.
En todos los idiomas, la primera palabra después de "¡Mamá!" que todo niño aprende a decir es "¡Mío!". Un sistema que no permite la propiedad, que no te permite decir "¡Mío!" cuando creces, tiene -por decirlo suavemente- un defecto de diseño fatal.