Los términos políticos "voluntad" y "voluntad popular" tienen un largo historial en la historia occidental que se remonta a Rousseau. Ese historial es profundamente antidemocrático, ya que básicamente invita a las élites a interpretar lo que la gente común cree y quiere. En el litigioso Estados Unidos moderno, eso sería una élite judicial diciéndonos cómo tenemos que votar o cómo deberíamos haber votado.