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Una forma de ejercer la libertad política es votar al candidato de nuestra elección. Otra forma es utilizar nuestro dinero para intentar persuadir a otros votantes de que hagan una elección similar, es decir, contribuir a la campaña de nuestro candidato. Si se viola alguna de estas libertades, las consecuencias son muy graves, no sólo para el votante y el contribuyente individuales, sino para la sociedad, cuyos procesos políticos libres dependen de una amplia distribución del poder político.