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La libertad carece de sentido cuando el derecho a expresar los propios pensamientos y opiniones ha dejado de existir. Ése, de todos los derechos, es el que más temen los tiranos. Es el derecho que primero atacan. Conocen su poder. Tronos, dominios, principados y potestades, fundados en la injusticia y el mal, están seguros de temblar, si a los hombres se les permite razonar... Igualmente claro es el derecho a oír. Suprimir la libertad de expresión es un doble agravio. Viola tanto los derechos del que escucha como los del que habla.