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Debemos evaluar las simpatías políticas de otros Estados y el efecto que la guerra puede tener sobre ellos. Evaluar estas cosas en todas sus ramificaciones y diversidad es, evidentemente, una tarea colosal. Su evaluación rápida y correcta requiere claramente la intuición de un genio; dominar toda esta compleja masa mediante un mero examen metódico es obviamente imposible. Bonaparte tenía mucha razón cuando decía que el propio Newton se acobardaría ante los problemas algebraicos que podía plantear.