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Por encima de todo, el documental debe reflejar los problemas y realidades del presente. No puede lamentarse del pasado; es peligroso profetizar el futuro. Puede inspirarse en el pasado, y de hecho lo hace, en su utilización de los patrimonios existentes, pero sólo lo hace para dar sentido a un argumento moderno. El documental no es en ningún sentido una reconstrucción histórica y los intentos de convertirlo en tal están abocados al fracaso. Se trata más bien de hechos y acontecimientos contemporáneos expresados en relación con asociaciones humanas.