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La comparación más verdadera que podemos hacer del amor es compararlo con una fiebre; no tenemos más poder sobre uno que sobre otro, ni en cuanto a su violencia ni en cuanto a su duración.
La comparación más verdadera que podemos hacer del amor es compararlo con una fiebre; no tenemos más poder sobre uno que sobre otro, ni en cuanto a su violencia ni en cuanto a su duración.