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En el templo de la ciencia hay muchas mansiones, y ciertamente son diversos los que las habitan y los motivos que los han conducido hasta allí. Muchos se dedican a la ciencia por un sentimiento gozoso de poder intelectual superior; la ciencia es su propio deporte especial al que acuden en busca de experiencias vívidas y la satisfacción de la ambición; muchos otros se encuentran en el templo que han ofrecido los productos de sus cerebros en este altar con fines puramente utilitarios.