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El cenit del virtuosismo, un violinista como Jascha Heifetz, lo sobrenatural en un pianista como Vladimir Horowitz, son intérpretes tan idiosincrásicos y personales que imitarlos sería como llenar la botella de otro con tu vino.
El cenit del virtuosismo, un violinista como Jascha Heifetz, lo sobrenatural en un pianista como Vladimir Horowitz, son intérpretes tan idiosincrásicos y personales que imitarlos sería como llenar la botella de otro con tu vino.