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Me parece que algunos credos en sacristías e iglesias olvidan al cazador envuelto en pieles junto al Gran Lago de los Esclavos, y que los trineos Esquimaux son tirados por perros, y que en el crepúsculo de la noche septentrional el cazador no se rinde para seguir a la foca y a la morsa en el hielo. Son de imaginaciones enfermas y enfermizas los que quieren hacer sonar tan pronto la campana del mundo. ¿No pueden estas sectas sedentarias hacer algo mejor que preparar los sudarios y escribir los epitafios de esos otros hombres vivos y ocupados? La fe práctica de todos los hombres desmiente el consuelo del predicador.