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El vapor era hasta el otro día el demonio que temíamos. Cada olla hecha por cualquier alfarero o brasero humano tenía un agujero en su tapa, para dejar salir al enemigo, no fuera que levantara olla y techo y se llevara la casa.
El vapor era hasta el otro día el demonio que temíamos. Cada olla hecha por cualquier alfarero o brasero humano tenía un agujero en su tapa, para dejar salir al enemigo, no fuera que levantara olla y techo y se llevara la casa.