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No es la voluntad de matar de nuestros soldados lo que más me preocupa. Esa es una parte inherente de la guerra. Es nuestra falta de respeto incluso por las características admirables de nuestro enemigo; por el valor, por el sufrimiento, por la muerte, por su voluntad de morir por sus creencias, por sus compañías y escuadrones que avanzan, uno tras otro, hacia la aniquilación frente a nuestro entrenamiento y equipamiento superiores.