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El celo por las diferentes opiniones acerca de la religión, el gobierno y muchos otros puntos, tanto de especulación como de práctica; el apego a diferentes líderes que luchan ambiciosamente por la preeminencia y el poder; o a personas de otras descripciones cuyas fortunas han sido interesantes para las pasiones humanas, han dividido a la humanidad en partidos, inflamándola con animosidad mutua y haciéndola mucho más dispuesta a vejarse y oprimirse mutuamente que a cooperar por su bien común.