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Justo después de dedicar mi vida al servicio, sentí que ya no podía aceptar más de lo que necesito mientras otros en el mundo tienen menos de lo que necesitan. Esto me impulsó a reducir mi vida al nivel de las necesidades. Pensé que sería difícil. Pensaba que me costaría mucho, pero me equivoqué. En lugar de penurias, encontré una maravillosa sensación de paz y alegría, y la convicción de que las posesiones innecesarias no son más que cargas innecesarias.