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La verdad es la perla sin precio. No se puede obtener la verdad comprándola; todo lo que se puede hacer es esforzarse por conseguir la verdad espiritual y, cuando uno esté preparado, se le dará gratuitamente. Tampoco se debe vender la verdad espiritual, no sea que el vendedor resulte herido espiritualmente. Se pierde todo contacto espiritual en el momento en que se comercializa. Aquellos que tienen la verdad no la empaquetarían y venderían, así que cualquiera que la venda, realmente no la posee.