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Ni por un momento cometas el error de despreciar los westerns. Son arte, me refiero a los buenos. Tratan de la vida, de la muerte súbita, de la lucha primitiva y de las emociones básicas: amor, odio e ira. Tendremos películas del Oeste mientras las cámaras sigan girando. La fascinación que ejerce el Viejo Oeste nunca morirá. Y mientras la gente quiera pagar para verme actuar, seguiré haciendo westerns hasta el día de mi muerte.