-
Es tan peligroso como fácil odiar al hombre tal como es porque no es lo que debería ser. Si no respetamos primero lo que es, nunca permitiremos que se convierta en lo que debe ser: en nuestra impaciencia acabamos con él por completo.
Es tan peligroso como fácil odiar al hombre tal como es porque no es lo que debería ser. Si no respetamos primero lo que es, nunca permitiremos que se convierta en lo que debe ser: en nuestra impaciencia acabamos con él por completo.