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El arte como principio estético se sustentaba en miles de años de discernimiento y recompensas psíquicas, pero el arte como mercancía se sostenía por el aire. La pérdida de confianza que afectaba a bancos e instrumentos financieros no afectaba a querubines, cupidos y papas aplastados. Los objetos no habían cambiado: lo que estaba antes estaba después. Pero se creó una vacante con las multitudes clamorosas desiertas y retraídas.