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Haga que la gente hable. Aprenda a hacer preguntas que le permitan obtener respuestas sobre lo más interesante o vívido de su vida. Nada anima tanto la escritura como que alguien cuente lo que piensa o lo que hace, con sus propias palabras. Sus propias palabras siempre serán mejores que las tuyas, aunque seas el estilista más elegante del país.