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  • Cuando los cristianos de países libres ganan un alma para Cristo, el nuevo creyente puede llegar a ser miembro de una iglesia que vive en silencio. Pero cuando los de naciones cautivas ganan a alguien, sabemos que puede tener que ir a la cárcel y que sus hijos pueden quedar huérfanos. La alegría de haber traído a alguien a Cristo siempre está mezclada con este sentimiento de que hay un precio que debe pagarse.