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Cuando la caridad lo exige, debemos comunicar al prójimo, libre y suavemente, no sólo lo que es su instrucción, sino también lo que es provechoso para su consuelo.
Cuando la caridad lo exige, debemos comunicar al prójimo, libre y suavemente, no sólo lo que es su instrucción, sino también lo que es provechoso para su consuelo.